infierno a cielo

De los infiernos al cielo.

 

Hay momentos que la vida te hunde lento y pesado. No te ahogas. La cosa no es que ya no quieres hacer pie, es que te hundes por el propio peso de no saber flotar. Te sumerges para esconder la cabeza de lo que no puedes mirar y sabes que ahí debajo te ahogas, pero también que ese aire de ahí arriba te mata. Así que no quieres bajar, pero decides no subir. Quieres entender porqué el esfuerzo no es recompensa y porqué el mundo recompensa la falta de esfuerzo. Y en ese impasse donde le pierdes la comba al tiempo y el sentido a respirar, la falta de esfuerzo por querer flotar te hace descansar. Y ahí, sin quererlo, sin buscarlo y sobretodo sin esperarlo te regeneras. Y empiezas a acomodarte dentro de ti, empiezas a entender que te fortaleciste, que te transformaste. Te das cuenta de que a los infiernos bajó un@ y ahora emerge otr@ nuev@. Y aunque no te entiendes porque ya no te conoces, reconoces de nuevo tu fuerza y te guiñas un ojo, porque por fin aprendiste a gustarte y ahora quieres seducirte. Y lo más precioso es que por fin gustarle al resto dejó de ser una adicción.

 

(Marzo 2017)

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