La fuerza de ser sin hacer.
Busco esa fuerza que es suave, que es silente, invisible pero imparable, incombustible.
Esa que empuja sin tocar.
La que derriba barreras pero no porque las abata, sino porque éstas se rinden.
Quiero la fuerza que postra a las dificultades y que invita a la alegría y a la confianza.
La que se emana sin ni quererlo.
La que se te instala detrás, te abraza y te lleva volando hasta depositarte con delicadeza y precisión en el lugar que previamente elegiste.
Como la del sol, como la del viento, como la del mar.
Salvaje, tierna, poderosa, estable.
La que no pide permiso ni perdón.
Voy con esa fuerza exclusiva, que se abre paso y te alisa el camino. La que emerge cuando puedes dejar de hacer esfuerzo.
¡La mía!
Te doy la bienvenida.
(Abr.18.16)