La vida pugna.
La vida se escurre sin pedir permiso. Se ancla allí donde quiere hacerlo, en ningún otro lugar. No te pide permiso, ni te da las gracias, simplemente se hace, te hace, te lleva, se te lleva. ¿Por qué entonces admirar la muerte? ¿ el ocaso? ¿ la nada? ¿Por qué perder el tiempo y las energías en lo que yace, lo que se hunde, lo que no quiere vivir, habiendo tant@s otr@s que pugnan por nacer, por emerger, por celebrarte? Y ¿por qué les huimos? Nos acostumbramos a lo viejo y lo dominamos, tenemos el control, vivimos apacibles. De lo nuevo… de todo eso que revienta de energía, tenemos miedo porque nada sabemos, nada conocemos y por ello, ante ello vivimos desorientad@s, perdid@s, confus@s, llen@s de miedo y reventando de energía. Y nadie nos enseñó a nada de eso. Quizá se pueda vivir sin saber, sin pretender, sin aspirar, sin lograr. Quizá se pueda vivir. Quizá se pueda. Quizá… ¡Vivir se puede!
(Abril 2017)