¿Para qué? ¿Para nada?

¿Para qué? ¿Para nada?         

 

¿Para qué proteges tanto tu vida si no la puedes vivir por temor?

¿Para qué te cuidas tanto de no morir si no te permites vivir?

¿Por qué tanto celo con proteger tu piel, tu hígado, tus pulmones,

si eres incapaz de exponer tu cuerpo a la vida?

y dejar que te arañe, te curta, te hiera,

te llene de cicatrices que certificarán que viviste.

Que narrarían que gozaste, sufriste, ganaste y perdiste

pero que también, sin lugar a dudas, viviste…

Nada, haz lo que tú veas; es tu elección.

Tú cuídate, protégete, quédate ahí a resguardo, donde nada pasa…

¡Ni siquiera la vida!

 

(Mar.21.23)

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